lunes, 14 de abril de 2014

Estaba dejándome llevar por una música

Estaba dejándome llevar por una música de piano y permití que entrara por mis oídos ya que no podía verla.

Llegó al centro de mi ser viajando por recovecos inimaginables que no se conocen pero se sienten y los latidos del corazón se fueron acompasando a su ritmo. Todo el cuerpo asimiló la armonía: los pulmones cumplían su tarea de absorber en la inspiración el aire de la vida y de expulsar el dióxido de carbono.

¡Qué maravilla si fuéramos conscientes de su trabajo para acompañarlos, para cantar el momento al unísono! ¡Qué lugar más acogedor es el interior del cuerpo humano! lleno de ríos y ríos de sangre que navegan constantemente: sangre salada como el mar y las lágrimas que se deja influir por la luna cuando redonda saluda al cielo. Sangre tranquila y sangre de mareas vivas.


Los vericuetos como caminos te llevan adelante en esa aventura que es adentrarte en tu cuerpo donde duermen sensaciones apagadas de un tiempo pasado o por venir, tensiones de parto, gritos de alegría, ojos que miran fuera pero ven hacia dentro. Palabras nunca dichas, silencios inmensos en los que todo se expresó.

Conchita Llaguno Aróstegui

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