Ojalá los jinetes hubieran llegado a Jerez, y no se hubieran alejado con
sus hijos y mujeres y otros jóvenes a ver a su majestad dibujando en una hoja
grande el mejor panorama de Aranjuez sobre el cual nunca se han fijado los ojos
de los castellanos embrujados por estos dibujos. Los jinetes siguen jugando en
los jardines de su majestad en Aranjuez, junto a sus mujeres e hijos jóvenes.
El cielo jugaba con ellos, dejando creer que nunca los juzgaría por sus juegos
infantiles. Pero el destino no juzgaba así. No dejaba jugar a estos
‘embrujados’ cuyos ojos fijos en sus juegos, juegan con hojas frágiles.
Alison Jane Bell
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